Lo que nunca te dicen sobre el matrimonio: 3 principios para mejorarlo
- Tania Herrera Y Cairo
- hace 22 horas
- 5 Min. de lectura

Descubre cómo el amor, el respeto y la sujeción pueden transformar tu relación y devolver la armonía a tu hogar.
Cuando llegamos al altar, solemos prometer cosas grandes:
“Prometo serte fiel en las buenas y en las malas, amarte y respetarte todos los días de mi vida.”
Y claro, en ese momento suena maravilloso, casi poético. El corazón late fuerte, las emociones están al máximo y no dudas ni un instante: “¿Dónde firmo?”
Pero luego pasa el tiempo… y descubres que el matrimonio no siempre es tan sencillo como lo imaginaste. Entre el trabajo, los hijos, las responsabilidades y las diferencias, esas promesas empiezan a ponerse a prueba.
Hace casi 2,000 años, el apóstol Pablo escribió a una iglesia recién convertida al evangelio de Cristo. Entre muchos consejos prácticos, les habló del matrimonio.
Un despertar de conciencia
Y les dio una instrucción clara que, para mí, fue un despertar de conciencia… y estoy segura de que también lo será para ti.
Porque aquí no solo está diciendo lo que debemos hacer, sino que nos está dando la clave del éxito en el matrimonio.
No es un secreto escondido, es un diseño divino que, cuando lo entiendes, cambia la manera en que ves a tu esposo, a tu esposa… y a Dios mismo.
Mira lo que les dejó escrito:
Efesios 5:22-25 “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y Él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.”
Tres palabras: amor, respeto y sujeción.
1. Hablemos del Amor
Aquí hay un llamado directo: el varón tiene la instrucción de amar a su mujer como Cristo amó a la iglesia.
¿Y cómo fue ese amor? Incondicional, sacrificial, paciente. Jesús dio su vida por la iglesia —y la iglesia somos todos los que creemos en Él—.
Ese es el modelo: un amor que cubre, que protege, que no se rinde y que está dispuesto a darlo todo.
La mujer necesita sentirse amada, escuchada y protegida.
Un ejemplo sencillo:
Cuando tu esposa te dice: “me siento triste”, no te está pidiendo que soluciones el problema.
Lo que realmente quiere es que la escuches y la comprendas.
Si respondes con: “ya no te preocupes” o “no tiene caso que te pongas así”, ella escucha: “lo que sientes no importa”.
Ahí es donde el amor paciente y bondadoso se muestra en un abrazo, en tu escucha, en tu validación.
1 Pedro 3:7 lo confirma:“De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes.”
No porque sea débil, sino porque es preciosa y delicada a los ojos de Dios.
Y Dios no pone condiciones: “trátala así”, porque si no, tus oraciones pueden ser estorbadas.
Así que si no ves respuesta en tus finanzas, en tus proyectos, en tus relaciones… antes de mirar hacia afuera, haz introspección: ¿estás amando y honrando a tu esposa como vaso frágil?
2. Hablemos del Respeto
El hombre necesita sentirse respetado y valorado. Necesita saber que el esfuerzo que hace por mantener a la familia protegida y con provisión es visto y reconocido.
Cuando eso ocurre, su corazón se fortalece. Pero cuando no, se apaga y se endurece.
Analogía sencilla:
Piensa en una manada de leones. El león macho se siente realizado cuando es respetado como protector de su territorio.
Si la leona lo ignora o lo desafía constantemente, pierde fuerza, se retrae o se vuelve agresivo.
De la misma manera, el hombre se fortalece cuando recibe respeto y reconocimiento, pero se debilita cuando se siente menospreciado.
Hoy vivimos una vida acelerada y con aspiraciones altas. Queremos darle lo mejor a los hijos y muchas veces la responsabilidad económica se divide: ambos trabajan y ambos se esfuerzan.
Pero eso no cambia el diseño de Dios: la mujer sigue siendo vaso frágil y el marido sigue siendo llamado a amar, proteger y guiar.
El respeto no es un premio por méritos, es un principio espiritual.
Proverbios dice: “La mujer rencillosa es como gotera continua” (Prov. 27:15).
Una esposa grosera o irrespetuosa desgasta más que cualquier dificultad externa.
Y si te preguntas: ¿Qué pasa cuando mi esposo no es proveedor? ¿O cuando no me ama como dice la Biblia? ¿Y qué pasa cuando la esposa no se sujeta al marido?
La respuesta es clara: ese es un asunto entre esa persona y Dios. Tu responsabilidad no depende de si el otro cumple o no, sino de lo que Dios te ha pedido a ti.
Claro, hay casos especiales —abuso, golpes, violencia— que requieren otra manera de tratarse, con ayuda y protección. Pero fuera de esos casos, el principio permanece: respeta aunque no siempre lo merezca, porque tu obediencia es con Dios.
3. Hablemos de la Sujeción
Efesios 5:22-23 “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.”
La sujeción es diseño de Dios:
El marido debe sujetarse a Cristo.
La mujer debe sujetarse a su marido.
Y ambos deben sujetarse a Dios.
La mujer es el corazón del hogar. Pero en ese corazón hay un orden: primero es el varón y después los hijos.
Atender a los hijos no está mal —al contrario, es necesario—, pero el diseño de Dios es que primero esté tu esposo, y de esa unión sólida fluya la fuerza para criar a los hijos.
La sujeción no es esclavitud, es orden y bendición. Cuando el hombre se rinde a Cristo y la mujer honra ese liderazgo, la cobertura de Dios trae paz, estabilidad y propósito al hogar.
Nota sobre la esencia del hombre y la mujer
Hoy se habla mucho de “empoderamiento femenino” o de hombres “flojos e irresponsables”. Pero la Biblia no habla de competencia entre sexos, sino de esencia y propósito.
Hombre y mujer fueron creados distintos desde lo más profundo: cromosomas diferentes, hormonas distintas, cerebros que procesan de forma única.
La ciencia lo confirma: el varón está codificado con mayor tendencia a lo lógico y a la fuerza física, mientras que la mujer tiene mayor sensibilidad y capacidad emocional.
Y lejos de ser una limitación, es un complemento perfecto.
Cuando entendemos y aceptamos que somos diferentes —pero diseñados así por Dios—, dejamos de pelear por ocupar el lugar del otro y empezamos a vivir en el rol que nos corresponde con libertad y plenitud.
¿Oramos?
Señor, gracias por tu diseño perfecto para el matrimonio.
Ayuda a los hombres a amar con entrega, a comprender y a tratar a sus esposas con honra.
Ayuda a las mujeres a respetar y amar con paciencia, siendo ayuda idónea y apoyo constante.
Y que ambos podamos sujetarnos a Ti, para que nuestro hogar sea un reflejo de tu gloria.
Amén.
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