¿Para qué nací? Descubre tu propósito y camina en él con Dios
- Tania Herrera Y Cairo
- 22 jul
- 4 Min. de lectura
Muchas veces he escuchado a mujeres decir: “No sé para qué nací… ¿cuál es mi propósito?” Y lo entiendo. Porque aunque por fuera parece que todo va bien —trabajo, familia, servicio, actividades— por dentro muchas sienten que algo les falta. Ese “algo” es propósito. Y no es un lujo. Es una necesidad del alma.

El propósito no se inventa… se descubre
El propósito no aparece de golpe. Dios lo revela por temporadas.
Muchas veces esperamos una voz del cielo que diga:
“Este es tu llamado, este es tu lugar, este es tu destino.”
Pero la mayoría de las veces, Dios guía paso a paso.
Primero te hace fiel en lo pequeño, te planta en una tarea, en una etapa… y desde ahí empieza a formar lo que vendrá después.
La Biblia está llena de procesos:
● Moisés no supo desde el inicio que liberaría al pueblo.
● David fue pastor antes de ser rey.
● Esther obedeció… y un día se encontró frente a su destino.
Y tú, ¿cómo puedes empezar a descubrir el tuyo?
Paso 1: Vuelve a la raíz
Hazte preguntas simples pero profundas:
● ¿Qué me movía el corazón desde niña?
● ¿Qué me hace llorar o me enciende de pasión?
● ¿Qué necesidad del mundo me duele o me inspira a actuar?
Muchas veces, Dios comienza ahí.
Paso 2: Reconoce tus dones y talentos
No necesitas predicar, cantar o liderar grandes cosas para tener dones.
Dios reparte a cada uno según su diseño.
Talentos:
Son habilidades naturales como: organizar, decorar, cuidar, cocinar, escuchar, crear, diseñar, administrar…
Dones espirituales:
Capacidades que el Espíritu Santo potencia: consolar, exhortar, enseñar, liderar, tener misericordia, dar alegría.
“Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” — 1 Pedro 4:10
Tus dones no son casuales. Son herramientas del cielo.
Un ejemplo personal
Tengo dos amigas increíbles en eventos sociales. Llegan a un lugar y lo llenan de vida. Bailan, conectan, animan. ¡Brillan!
Yo, en cambio, disfruto más el silencio, la estructura, la sensibilidad, la palabra.
Por años pensé: “¿Estoy mal? ¿Soy rara?”
Pero Dios me mostró algo poderoso:
No es que estés mal.
Solo eres distinta.
Esa diferencia es parte del diseño divino.
Todos somos únicos. Y cada diseño es importante.
Sí, tú también estás equipada. Sí, tú también eres valiosa.
Algunas mujeres piensan que porque están dedicadas al hogar o a sus hijos, no tienen propósito. ¡Pero claro que sí lo tienen!
¿A poco es fácil criar, atender el hogar o el matrimonio?
Esa también es una gran asignación. Instruir, cuidar, formar… requiere gracia, carácter y visión.
¿Y sabes algo? Dios se le aparece a mujeres en medio de sus actividades diarias.
Él baja a tu terreno. Pero tu corazón tiene que estar dispuesto a ver tu propósito.
A veces el propósito está tan claro… solo falta reconocerlo.
Dios no te diseñó para copiar el camino de nadie. Te diseñó con intención, con una asignación única.
¿Dónde se vive el propósito?
En casa, en el trabajo, en tu empresa, en la iglesia, en una conversación con una amiga, en una oración que compartes…
El propósito no se encierra en un solo lugar.
Se manifiesta donde tu presencia y tus dones se vuelven luz.
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” — Mateo 5:16
Ejercicio práctico para descubrir tu propósito
1. Ora con intención:
“Señor, muéstrame lo que hay en mí que viene de Ti y que aún no he descubierto.”
2. Escribe:
¿Qué hago bien sin esfuerzo? ¿Qué me apasiona?
¿Qué me cuesta dejar de hacer?
3. Pregunta a personas cercanas:
“¿Qué dones ves en mí?”
Leer la Palabra despierta tu propósito
Cuando lees la Biblia, algo en ti se activa.
Es como si Dios confirmara lo que ya había sembrado en tu interior.
Las palabras cobran vida.
Te dan convicción, claridad y dirección.
Ejemplos de dones en la Biblia (¡En la vida real!)
● Arte y diseño → Bezalel y Aholiab (Éxodo 31:1–6)
● Hospitalidad → Febe (Romanos 16:1–2)
● Sabiduría y liderazgo → Débora (Jueces 4)
● Generosidad → Viuda de Sarepta (1 Reyes 17)
● Discernimiento → Abigail (1 Samuel 25)
● Enseñanza → Priscila (Hechos 18:26)
● Ánimo y consuelo → Bernabé (Hechos 4:36)
● Evangelismo → Mujer samaritana (Juan 4)
Ninguno vivió condiciones ideales.
Pero todos caminaron en propósito… y Dios los honró. Te invito a leer esos pasajes.
Y para cerrar este mensaje…
Tú no estás aquí por casualidad.
Dios sembró en ti talentos, personalidad, historia, sensibilidad… porque tienes una asignación en esta tierra.
Tal vez has estado cumpliendo con todo, pero sin darte espacio para ver hacia adentro.
Hoy es un buen momento para hacerlo.
Ora: “¿Qué sembraste en mí que no he valorado, Señor? ¿Qué parte de mí fue diseñada para servirte con propósito?”
Caminar en propósito es un proceso
No te desesperes si aún no lo ves claro.
Dios lo revelará. Paso a paso. Temporada por temporada.
“El Señor cumplirá su propósito en mí.
Tu gran amor, Señor, perdura para siempre;
¡no abandones la obra de tus manos!”
— Salmo 138:8
Eres una mujer con propósito. Empieza a caminar en Él.
Y recuerda:
Dios no busca perfección… solo corazones disponibles.
¿Oramos juntas?
Señor, gracias por crearme con intención.
Gracias por los dones, talentos y capacidades que sembraste en mí.
Ayúdame a descubrir lo que aún no he visto.
Muéstrame cómo usarlos para tu gloria.
Hazme fiel en lo pequeño y confiada en el proceso.
Quiero caminar en tu propósito, con fe, sin miedo, y en tu tiempo perfecto.
Amén.
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