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¿Qué quieres que Dios haga por ti?

  • Foto del escritor: Tania Herrera Y Cairo
    Tania Herrera Y Cairo
  • 2 jul
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 3 jul

Mujer orando, reflejo de oración intencional en devocional cristiano.

La oración que activa tu Milagro


Versículo Bíblico Base: Marcos 10:51

“Jesús le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro, quiero recobrar la vista.”


Cuando orar se vuelve difícil



Como muchos creyentes, he vivido temporadas en las que orar con claridad fue un reto. Sabía que necesitaba ayuda. Sabía que debía acercarme a Dios. Pero no encontraba las palabras adecuadas. Había tanto ruido, tanto caos, que mi oración se parecía más a un suspiro que a una conversación con Dios.



De ahí nace esta serie de devocionales que he titulado “Fe para la Vida Real”. Porque la fe que transforma no es una fe que brilla solo en la teoría. Es una fe que pisa tierra. Que se activa en medio de lágrimas, de preguntas sin respuestas y necesidades concretas.


Jesús sabía lo que el ciego necesitaba… pero aún así preguntó


La escena en Marcos 10:51 es profundamente reveladora.


Jesús se encuentra con un hombre ciego, Bartimeo. Él había estado clamando con desesperación. Había llamado la atención de Jesús. El Maestro se detiene, lo manda llamar y le pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?” Jesús ya conocía la necesidad del ciego. Lo había visto, lo había escuchado, pero aún así, le pidió que lo dijera, que lo nombrara, que fuera específico.


Y Bartimeo respondió con claridad y fe: “Maestro, quiero recobrar la vista.”


Fue en ese momento cuando ocurrió el milagro. No antes. No cuando gritó. No cuando lo llamaron. Sino cuando pidió con precisión.


Y fue ahí donde este versículo me quebrantó. Lo sentí como un susurro directo al corazón: “Hija, ¿qué quieres que haga por ti?”


No solo me sentí amada. Me sentí vista, escuchada, y atendida. Como si Jesús mismo se hubiera detenido a mi lado. Y entendí que Él está dispuesto, pero espera que yo sea clara, intencional y honesta con mis peticiones.



¿Estás pidiendo con claridad?


Esta pregunta puede parecer sencilla, pero es profundamente confrontadora. Porque muchas veces creemos que estamos orando… pero no lo estamos haciendo con dirección.


Vivimos en una cultura espiritual donde repetimos frases genéricas que suenan bien, pero no están cargadas de fe específica:

  • “Señor, sáname…”

  • “Señor, bendíceme…”

  • “Señor, abre puertas…”

Y aunque estas peticiones no son incorrectas en sí mismas, son demasiado vagas.

No identifican la raíz de lo que estamos enfrentando. No dirigen nuestra fe hacia un blanco claro. Es como lanzar una flecha sin un objetivo.


Pero la Biblia nos muestra otro tipo de oración: una fe que habla con precisión.

Una oración que menciona lo real, lo puntual, lo que de verdad nos duele y necesitamos.


Ejemplos de oración con claridad


Cuando oramos con detalle, no solo demostramos fe, sino que activamos una conexión más profunda con el corazón de Dios. Aquí algunos ejemplos prácticos:


  • En lugar de: “Señor, sáname”, puedes decir: “Señor, sana mis pulmones. Libérame de esta infección que me impide respirar. Restaura mi energía.”

  • En lugar de: “Señor, bendíceme”, ora así: “Padre, este mes necesito cubrir los gastos de mi hogar. Envíame clientes que valoren lo que ofrezco y que lleguen en el tiempo justo.”

  • En lugar de: “Dios, restaura mi matrimonio”, atrévete a decir: “Padre, corta toda raíz de infidelidad. Rompe el ciclo de la ira y enséñanos a perdonarnos. Que volvamos a amarnos desde la verdad.”


Estas oraciones no solo nos hacen más conscientes de nuestras necesidades, sino que abren espacio para que Dios actúe en áreas específicas.



¿Por qué a veces no vemos respuestas?


La Palabra de Dios nos ofrece una explicación directa en Santiago 4:2-3:

“No tienen porque no piden; y cuando piden, no reciben, porque piden mal, para gastar en sus deleites.”

Este pasaje es tan revelador como desafiante. Nos muestra que el problema no es pedir… sino cómo y por qué pedimos.


¿Qué significa “pedir mal”?

A continuación mencionaré 3 ejemplos comunes



1. Pedir con motivos egoístas


Santiago nos habla de peticiones que buscan satisfacer únicamente nuestros deseos. Pedimos por cosas que alimentan nuestro ego, nuestra comodidad o nuestra imagen, sin pensar si eso glorifica a Dios o edifica a otros.

Por ejemplo:

  • Pedir un ascenso solo para demostrarle algo a alguien.

  • Orar por prosperidad solo para tener más, pero sin propósito de bendecir.

  • Buscar sanidad solo para seguir con un estilo de vida autosuficiente.


Dios no es ajeno a nuestras motivaciones. Él escudriña el corazón. Y cuando ve que nuestras oraciones no están alineadas con su carácter ni su propósito, muchas veces decide no responderlas como esperamos.



2. Pedir sin dirección ni claridad


Como mencionamos antes, muchas oraciones se quedan en lo general. Decimos “ayúdame” pero no especificamos en qué, cómo ni por qué.

Es como si fuéramos a una consulta médica y solo dijéramos:

“Doctor, me siento mal.” Pero nunca dijéramos dónde duele, desde cuándo, qué lo empeora o lo mejora.


La vaguedad espiritual muchas veces retrasa la intervención divina.



3. Pedir sin fe real ni compromiso


A veces oramos, pero no creemos realmente que Dios quiera o pueda hacerlo. Otras veces pedimos cosas que van contra Su Palabra, y luego nos frustramos cuando no ocurre lo que esperábamos.

La fe no se trata solo de pedir… sino de creer con convicción que Él escucha, que se interesa, y que responde.




Entonces… ¿Cómo deberíamos pedir?


Aquí te comparto tres principios clave que pueden transformar tu manera de orar y tu relación con Dios:



1. Pide con claridad


No tengas miedo de ser específica. Jesús no le dijo al ciego: “Yo sé lo que necesitas”. Le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”

Dios quiere que tú también te enfrentes a tu necesidad y la pongas en palabras. No para que Él lo entienda, sino para que tú actives tu fe en una dirección clara.

Practícalo así:

  • En lugar de: “Ayúdame con mi familia”, di: “Señor, trae reconciliación entre mi madre y mi hermana. Sana esa herida de abandono que nos afecta.”

  • En lugar de: “Dame paz”, di: “Padre, esta ansiedad me está robando el sueño. Ayúdame a confiar en tu provisión para esta deuda.”

Habla con Dios con el mismo detalle con el que hablas con un terapeuta o un mentor. Él es más que eso. Él es tu Padre.



2. Pide con propósito


Toda petición debe pasar por esta pregunta: “¿Para qué quiero esto?”

Muchas veces pedimos cosas sin pensar en las consecuencias, sin discernir si eso traerá honra a Dios o simplemente placer momentáneo.


Hazte estas preguntas clave:

  • ¿Esto edificará mi vida espiritual?

  • ¿Me acercará a los planes de Dios?

  • ¿Podré bendecir a otros con esta respuesta?

  • ¿Está alineado con la Palabra?


Dios se deleita en responder oraciones que se integran a Su propósito eterno: transformación, testimonio, honra a Su nombre, y bendición para otros.



3. Pide con fe profunda


Dios no responde oraciones lanzadas al aire como si fueran deseos a una estrella. Él responde a hijos e hijas que confían.

La fe no es una emoción, es una convicción. Y esa convicción se expresa en palabras con peso espiritual.

No ores como quien lanza una moneda a un pozo. Ora como quien toca el cielo con autoridad. Como quien sabe que el Padre escucha y responde.

Cree que Dios quiere darte más de lo que pides… Pero también cree que te está llamando a confiar más de lo que temes.



Acción de la semana: Ora con dirección


Esta semana, te invito a aplicar lo que has aprendido de manera práctica. Aquí hay una guía para ayudarte a orar con más dirección, claridad y propósito:


1. Escribe una lista específica de tus necesidades

Haz un ejercicio intencional. No te quedes con “quiero paz” o “quiero ayuda”. Profundiza.

Por ejemplo:

  • “Necesito restaurar mi relación con mi hija adolescente.”

  • “Debo cubrir una deuda antes del día 10 del mes.”

  • “Estoy luchando con pensamientos de inferioridad. Quiero sanar mi identidad.”



2. Ora por cada punto con detalle

No tengas prisa. Habla con Dios como quien está abriendo el corazón a un amigo fiel.

Nómbralo todo: la necesidad, las emociones, los obstáculos y lo que esperas que Él haga.



3. Discierne el propósito

Al terminar tu oración, pregúntate:

“¿Esto honra a Dios? ¿Esto me edifica? ¿Esto puede bendecir a otros?” Si las respuestas son sí, puedes orar con plena confianza.



Oración para iniciar esta práctica



Padre, Hoy reconozco que muchas veces he pedido mal: Con palabras sin fe, con motivos egoístas o con miedo en lugar de confianza. Enséñame a pedir con dirección. A ponerle nombre a mi necesidad. A hablar desde la promesa, no desde la escasez. Hoy te presento esta petición específica: (hazla con tus propias palabras) Y te doy gracias porque Tú ya tienes la respuesta lista en el cielo. Dame un corazón que pide bien… Para ver las puertas correctas abrirse, en el momento correcto, con el propósito correcto. En el nombre de Jesús, Amén.



Yo soy Tania Herrera y esto es  Fe para la vida Real. 


 
 
 

2 comentarios


Zuly Reyes
Zuly Reyes
05 jul

Amen 🙏 en práctica s gua hermana Tania señor la continúe bendiciendo y dando cada a más de su sabiduría y desernimiento

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Valentino Chaidez
Valentino Chaidez
03 jul

Amén 🙏🏻

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